jueves, 8 de marzo de 2012

¿Hablas en Siri-o?


Siempre me han causado curiosidad las nuevas tecnologías y los dispositivos electrónicos. Soy de las que leen, de principio a fin, el manual de instrucciones de cada aparato que pasa por mis manos y aquella a la que siempre acuden todos cuando no saben cómo configurar algo en su TV, PC o reproductor de música. Sin embargo, no me ocurre lo mismo con los teléfonos celulares. Me tardé varios años antes de comprar un teléfono de gama media y aunque hoy tengo un Smartphone (iPhone 4S), no le doy el uso que todos quisieran o podrían darle. Y no termino de entender por qué. 

Me gusta conversar con mis amigos, pero lo disfruto más si el encuentro es personal. Me encanta escuchar música mientras hago otras cosas, pero prefiero hacerlo en un reproductor exclusivamente diseñado para ello. Pero más que nada, me gusta tener espacios de privacidad y tranquilidad y los celulares, cada vez más,  han venido a invadir esos espacios y casi a desaparecerlos. Tal vez ahí radique mi Smartphone-rebeldía.

Cada noche apago mi teléfono y a veces me sorprendo al descubrir, tarde en la mañana, que sigue apagado y ni siquiera lo extraño. Recuerdo cómo era la vida antes de los celulares y no puedo evitar la nostalgia por algunas cosas: las reuniones en la casa de un amigo para hacer los trabajos del colegio y la U; saber que si no podíamos llegar a tiempo a una cita, la persona que nos esperaba no tenía más opción que seguir esperando; reconocer a nuestros seres queridos por su caligrafía gracias a las cartas y poder guardar aquellas que nos llegaban al alma. Pero lo que más añoro es la conversación como tal, frente a frente, verbal.

Ahora que estamos invadidos de Smartphones, lo que menos hacemos es hablar. Hay gran cantidad de apps que nos evitan la 'tediosa' tarea de modular palabras. Un digno usuario de Smartphone instala en su equipo varios servicios de chat,  mensajería, redes sociales, sin olvidar los que ya vienen incorporados a él por defecto. La capacidad de almacenamiento o la resolución de la cámara fotográfica son lo que nos lleva hoy a inclinarnos por alguno de estos teléfonos. Antes solo buscábamos un teléfono.
 
Hemos desarrollado una fuerte dependencia. El caos vivido hace unos meses cuando los usuarios de Blackberry se quedaron sin servicio lo demuestra. Fueron días en que la gente de más de 30 años recordó cómo se vivía antes y las nuevas generaciones descubrieron 'limitaciones' que no hubieran creído posibles. Limitaciones que se parecían más a la libertad, esa que nos permitía desaparecernos del mapa cuando queríamos estar solos o disfrutar de momentos de silencio para pensar.

Y ahora que, además de todo, podemos ir por la calle hablando con Siri (la asistente virtual de los iPhone 4S) y sostener charlas casi 'humanas' con este dispositivo, me pregunto cuánto nos tardaremos en controlar todo con la voz y más aún, qué tan raro se va a ver el mundo cuando, en lugar de mirar hacia abajo para digitar mensajes, vayamos todos mirando hacia el frente y hablando en voz alta, pero no entre nosotros mismos sino con 'ellos'.  Tal vez llegue a ser un mundo más práctico pero, hablando en serio, ¿será un mundo mejor?

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